La verdad es que en mi blog no
acostumbro a hablar de política, ya que creo que es algo personal y que
prefiero guardarme para mí. Pero tan sorprendida me quedé ayer leyendo las
palabras de nuestro Rey Don Juan Carlos que no he parado de plantearme muchas
cosas. Para aquellos que no las hayan escuchado o leído en los diferentes
medios de comunicación de nuestro país me
estoy refiriendo a estas palabras:
"Desde fuera, España
se ve mejor. Desde dentro, dan ganas de llorar. Pero hay que seguir para
delante: con un cuchillo en la boca y una sonrisa[1]."
Sinceramente, no sé con qué jefes de
Estado o de Gobierno ha mantenido conversaciones nuestro monarca. Pero desde luego
dista mucho de la realidad, de hecho, yo diría que hay gente que tiene una
imagen aún peor de la que existe o por lo menos esas son las impresiones que yo
percibo cuando me relaciono con otras nacionalidades aquí en Alemania. Muchos te dicen “¡oh, España!, crisis, no
trabajo, no dinero…” otros quieren llegar más allá y te preguntan: ¿cómo está
la situación allí realmente?, ¿es verdad que hay todos los días
manifestaciones?, ¿qué hasta la gente mayor, los jubilados acuden para hacer
oír sus voces?
Entonces, yo me pregunto, ¿quién
tiene una visión distorsionada de la realidad: los políticos y la monarquía,
los medios de comunicación o los ciudadanos?, ¿qué importa más la imagen que
tienen en el exterior de España o la opinión del 25% de la población activa que
está en el paro?, o llegando incluso un poco más allá, ¿qué es más importante
la opinión de otros países o la de
los 47.212.990 habitantes que componen España[2]?,
¿es que acaso existen dos España?
Una vez más
queda patente que la opinión de los políticos y del monarca queda a años luz de
las percepciones y opiniones del pueblo. Es evidente que la imagen que vendemos al exterior es
importante, que ésta favorece o empeora nuestras relaciones económicas y
políticas con otros países y que incluso nos ayudará a mejorar nuestra economía
y a salir de la crisis. Pero no debemos de olvidarnos del pueblo, de lo que
piden los ciudadanos, de lo que necesitan, ya que al fin y al cabo son ellos
los que sufren y pagan las consecuencias
de los movimientos de los políticos.