Hogar dulce hogar en Alemania
Son muchas las cuestiones que se nos plantean
hasta llegar a la casa adecuada. Una elección que debemos reflexionar bien,
antes de decidirnos, ya que de ésta dependerá nuestro bienestar. Si a esto le sumamos
buscar una casa en un país diferente y en una ciudad universitaria donde la
demanda supera a la oferta, las cosas se complican.
En concreto, me estoy refiriendo a mi
situación en Oldenburg, Alemania. Un mes después y muchos anuncios en el
periódico, carteles en el supermercado y en los tablones de la universidad han
servido más bien de poco.
Sólo 5 han sido las casas que he visto y a cada cual
peor. Cuando no era vivir con un padre separado con hijos, era vivir con una
profesora interesada en aprender español por las noches, o con un joven que
hacía preguntas de lo más indiscretas, que poco tenían que ver con la casa. Aquí
da igual la edad de la persona con la que compartirás la cocina y el baño.
Puede ser una familia con una habitación vacía, como si llegan mis padres ahora
y alquilan mi habitación durante el tiempo que este aquí; una persona mayor que
pueda ser uno de tus abuelos, o gente joven. El caso es que sobra una
habitación y hay que sacarla provecho.
Otra de las cosas que me ha llamado
también muchísimo la atención es el estado de las casas. Aquí el hecho de usar
cosas de 2ª, 3ª, 4ª mano es algo habitual, pero lo que no esperaba es que en el
mobiliario de la casa también fuese así. Pintura que se cae a cachos, moscas
con alas revoloteando por la habitación…
A mí la verdad es que se me caería la
cara de vergüenza de mostrar mi casa llena de mierda o toda destartalada. Por
un parte está bien, porque la ves al natural, como estaría el resto de los
días; pero por otra parte, me parece una falta de respeto recibir visitas de
esa manera.
Por otra parte, el hecho de compartir
algo de primera necesidad como es una lavadora y luego tener lavavajillas, no
me entra en la cabeza. En teoría es lo que llaman, conciencia ecológica, aunque
yo aún tengo mis dudas.
Menos mal, que finalmente encontré
una casa, más o menos acordé con mis necesidades. O cómo se dice en España, con
lo menos malo. Lástima que no tenga ni lavadora, ni microondas, ni internet.
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