San Fermín, una de nuestras fiestas más internacionales
Después de muchos años intentándolo, por
fin llegó el día de acudir. Un viaje de ida y vuelta, quizás algo breve, pero
que sin embargo me ha permitido saborear parte de la esencia de esta festividad
y que sin duda ha aumentado aun más mis ganas de volver en los próximos años.
Gente, gente y más gente, todos
vestidos de blanco y rojo, ya fuesen autóctonos, de otros puntos de la
península o provenientes del extranjero. Algo que ya para empezar te pone los
pelos de punta.
Durante nueve días muchas son las
actividades que se desarrollan: las charangas, las comparsas y las peñas recorren
el casco antiguo animando las fiestas a los visitantes y autóctonos, las ferias
con sus atracciones, las actividades para los niños, los fuegos artificiales,
los conciertos… Sin embargo, el evento estrella son los encierros.
5 minutos antes de las 8 de la
mañana, muchos son los corredores que en la cuesta de santo Domingo invocan la protección y ayuda del santo
cantando 3 veces el mítico cántico “A San Fermín pedimos por ser nuestro
patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición. ¡Viva San Fermín! ¡Viva!”.
Para dar paso, a las 8 de la mañana,
tras el lanzamiento de los cohetes a la apertura de la puerta de los
corrales donde las reses han pasado la noche.
6 toros y dos grupos de cabestros,
unos al principio guiando a los toros y otros para recogerlos, recorren 848,6
metros pasando por la
Plaza Consistorial, girando después por la
calle Mercaderes, para llegar a la calla Estafeta que conduce al callejón de la
Plaza de Toros.
A lo largo del recorrido
hay vallas para que los más atrevidos y curiosos puedan ver el encierro, sitios
bastante demandados sobre todo, las vallas del callejón llegando la gente a
coger sitio incluso 5 horas antes del encierro. Para que las reses no se
extravíen ni se detengan están los pastores vestidos de verde[1].
Por lo general, el recorrido es rápido, un visto y no visto, ya que todo
transcurre en poco más de 2 minutos, aunque en alguna ocasión ha durado hasta
30 minutos.
Una vez terminado el recorrido las reses bravas atraviesan la plaza para entrar
en los toriles y posteriormente sueltan las vaquillas para que los mozos las
toreen. Unos con mejor suerte que otros,
aunque en mi opinión, se aglomera bastante gente en el ruedo, y las vaquillas
están más aturdidas que otra cosa.
Unas fiestas que duran 9 días y que
terminan con el “pobre de mí”,
y pensando que cada vez
queda menos para los próximos "San Fermines". Olé.
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