Eurovisión, ¿el festival de la canción o de la excentricidad?


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Ayer tuvo lugar en Copenhague la 56º edición del festival de la canción más famoso de Europa, el festival de Eurovisión. Un concurso que nació con el objetivo de unir a los pueblos europeos en la música y dar a conocer al mundo la música europea.


A mi modo de ver, lejos quedaron aquellos principios y valores en los que se basaba el festival. Y creo que mucha gente como yo, se pregunta año tras año, ¿qun, ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽cativo en el festival de la canci interpretacion uropa y en algunos paises é es lo que se valora realmente en Eurovisión?, ¿el nivel musical o la excentricidad en la puesta en escena?. Realmente, ¿se dan a conocer las tendencias europeas en música o sólo es una excusa?, ¿a los participantes se les considera como cantantes o son simplemente productos de marketing?, ¿se vota por la calidad o por la situación estratégica-política del país del participante?.

Incógnitas difíciles de resolver, y que parecen que van encaminadas a seguir evolucionando en esta tónica.

Un ejemplo de ello, es la ganadora de este año, Conchita Wurst, más conocida como la mujer barbuda con su actuación “Rise like a Phoenix”, magnífica puesta en escena, una gran voz, y partiendo como favorita en los ensayos, supo cautivar al público no sabemos si por su interpretación o por lo esperpéntico de su personaje.

Una vez más el festival estuvo marcado por un tono político, polémico y reivindicativo,  ya que Conchita se atrevió a lanzar un desafío al presidente de Rusia y a su política de discriminación contra los homosexuales, “somos imparables”, además de lanzar un mensaje de igualdad pidiendo “amor, tolerancia y respecto”. Algo parecido ya vivido en 1998 cuando ganó eurovisión, Dana Internacional, la transexual israelí con el tema “Diva”.

Pero no sólo la ganadora llamó la atención en la noche de ayer, también hubo otras actuaciones que no se le quedaron atrás, como la performance durante la actuación ucraniana de un hombre hámster que corría en una rueda gigante, los saltos en la cama elástica del trio griego, o la desaparición a través de un holograma de la rumana  Paula Selin.

Este año, después de 11 años en pésimas posiciones, España por lo menos se colocó en el top ten de la clasificación, con la puesta en escena de Ruth Lorenzo con el tema “Dancing in the rain”. A ver si el año que viene por lo menos seguimos en el mismo puesto.

Comentarios

  1. Estimada Teresa, felicidades por el artículo. Creo que tienes razón en cuanto a que este año, especialmente, el carácter musical del certamen ha pasado a segundo plano, superado por otras consideraciones sociopolíticas. Dicho esto, creo que la ocasión ha merecido la pena y si además, coo
    mo muchos creemos, y tú también, la canción era buena y la voz también, entonces el balance es positivo. La reivindicación de Conchita Wurst a través de su canción era tan legítima y tan consustancial a una vida digna en igualdad de derechos, que si ha oscurecido el papel musical del concurso, creo que, ponderando los intereses en juego, siguen mereciendo la pena. Rusia aprueba leyes contra la propaganda homosexual (incluso exhibir amor homosexual por la calle, como debe poder hacer cualquier ser humano), 7 países castigan la homosexualidad con pena de muerte y otros tantos con cadena perpetua... Cualquier ocasión con proyección mundial es buena para mandar un mensaje claro y diáfono: igualdad sin matices.
    Y por cierto, que hablando de igualdad por razón de la orientación sexual, también merece una cita la canción polaca, un auténtico disparo contra la igualdad de género, que presentaba a las mujeres como puros objetos sexuales, en posiciones y con poses pornográficas. Repugnante, vergonzoso y humillante.
    Creo que la igualdad de género y la igualdad de orientación sexual son las causas de la democracia y de la humanidad del siglo XXI y y no podemos consentir ni un retroceso. Como diría Conchita Wurst, "we are unstoppable" :)

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    1. Totalmente de acuerdo con lo que expones, creo que cualquier ocasión es buena para reivindicar un derecho tan fundamental como es el de la igualdad. Ya que es deprimente que estemos en pleno siglo XXI y se siga castigando y persiguiendo la homosexualidad. Y muy acertado el comentario sobre la actuación polaca, ya que es patético ver como un país recurre al mítico tema sexista para acaparar la atención. De hecho, quise mencionarlo en mi artículo pero finalmente se me pasó por alto ;( Espero que aún así Eurovision no pierda la esencia del concurso, la Música.

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