Los mercadillos navideños. Primera parada… Aquisgrán
Si me preguntasen cuál es mi época del año
preferida no tendría ninguna duda, el invierno. No sé si es porque coincide con
mi cumpleaños o porque es Navidad, o por las dos cosas juntas. Pese a que pasen
los años, creo que no hay cosa que más feliz e ilusión me haga que la magia que
envuelve la navidad. Los mercadillos navideños, las luces, el ambiente, la ilusión viendo el sorteo de Navidad, los
encuentros, los regalos, la comida…
Aunque cada vez se adelanta más y algunos
crean que cualquier día empezamos con los preparativos navideños en julio, yo
espero impaciente estas fechas.
Por eso, una vez que comienza la temporada
hay que empezar con las visitas obligadas a los famosos mercadillos navideños.
Primera parada de este año, Aquisgrán (Alemania).
Hay que admitir que todos los mercadillos
navideños se caracterizan por los mismos elementos. Sus puestecitos de regalos
y adornos navideños, los puestos de comida y bebidas típicas de la zona, el
jaleo y el ambientillo que se respira,
la felicidad que se irradia pese a las gélidas temperaturas.
Pese a todo, creo que cada mercadillo
tiene su magia y se vive de una manera diferente, no sé si por el entorno o por
la compañía. Pero cada vez me gustan
más.
Salimos de Bruselas rumbo a Aquisgrán, una
ciudad alemana, situada en la frontera, de la que nos habían hablado muy bien y
recomendado para visitar su mercadillo navideño. El viaje comenzó algo caótico,
ya que tuvimos que esperar 20 minutos en la estación, pero que después
recuperamos y llegamos apenas 10 minutos más tarde. Tengo que reconocer que Aquisgrán
me encantó, no sólo por el mercadillo en sí, sino por el entorno en el que
estaba enmarcado, entre la catedral y el ayuntamiento, unas autenticas
maravillas.
Además de pasear entre los puestos,
degustamos un poquito de la gastronomía alemana, las famosas salchichas, “Rostbratwurst”
y “Currywurst”, la especie de pizza “Flammkuchen”
o las típicas patatas rebozadas, conocidas como “Reibekuchen mit Knoblauchsoße”,
todo ello acompañado del famoso vino caliente, "Glühwein" o el "Eierpunsch" en todas sus variantes, ¡qué mejor
manera de entrar en calor que esa!. Y ya que estábamos en Aquisgrán había que
probar las famosas galletas “Printen”, aunque bueno tengo que admitir que no
nos llamaron tanto la atención.
Un gélido día que nos pilló por sorpresa,
pero que sin embargo no impidió que disfrutáramos de un magnífico día navideño
en Aquisgrán.
La verdad es que creo que la Navidad es de
esas cosas que o te encantan o detestas, de las que te evocan felicidad o
tristeza. Pero que sin embargo, no dejan a nadie indiferente.
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