Bruselas y su festival del cómic
Además del chocolate, la cerveza, las patatas fritas y los
mejillones, Bruselas también es conocida por sus dibujantes de cómic y más
concretamente por sus personajes. Y aunque uno no sea muy entendido en este
arte, seguramente a todos nos suenan y hemos leído alguna vez alguna de las
aventuras de personajes tan famosos como Tintín, Spirou o Marsupilami. Y es que
¿quién no se acuerda del vaquero solitario Lucky Luke y su caballo, de esos
pequeños seres animados de color azul y blanco que vivían en setas y eran
guiados por Papá Pitufo o de la añorable y reivindicativa Mafalda?
Por eso, desde hace 7 años, el primer fin de semana de septiembre,
Bruselas rinde homenaje al noveno arte a través de un festival en el que se
desarrollan todo tipo de actividades. Desde exposiciones y conferencias hasta
talleres infantiles y animaciones, pasando por encuentros con los dibujantes de
las sagas más famosas.
Pero quizás, de
todas estas actividades, la que más me ha llamado la atención y la que más
ganas tenía de hacer ha sido la de la ruta del comic. Tras dos años viviendo en
Bruselas me preguntaba cuál era el origen y el significado de algunos de los
frescos de las viñetas de tebeos que aparecen en algunas de las fachadas de los
edificios del centro.
Y este fin de semana he podido recorrer y entender de
forma colorida y divertida un poquito más de la cultura de este país, ya que
estos frescos surgieron en 1991 como tributo al arte belga y con el fin de
reformar y revitalizar las fachadas de algunos de los edificios del centro de
la ciudad.
Durante la ruta además de explicarnos la historia de estos frescos y
como fueron pintados también pudimos comprobar como algunos de estos murales se
difunden e integran completamente con la realidad e incluso parecen una
continuación del paisaje urbano como en el caso del mural “Ric Hochet”, un
comic del dibujante Tibet.
O como estos frescos sirven para revitalizar una
zona, ya que si no fuera por estos murales no tendrían ninguna atracción
turística como puede ser el fresco de “Astérix y Obélix” de los dibujantes
Goscinny et Uderzo, en la zona de Anneessens.
Otro de los frescos que me llamó la atención fue
el de “Broussaille”, un cómic de Frank Pé en pleno barrio gay y en el que el
propio dibujante juega con la ambigüedad sexual de dos de sus personajes.
Sin duda, un evento en el que se reunió tanto a aficionados como a
curiosos y a través del cual se puede descubrir y comprender un poco más la
cultura belga. Y para seguir ahondando aún más en este arte, nada mejor que culminar en el Museo del Cómic, un edificio modernista del arquitecto Víctor Horta.
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